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Algunos pocos de los muchos

que hicimos Semanario

Jorge Fontevecchia

Jorge Fontevecchia tenía 24 años y editaba personalmente La Semana, que intentaba competir con Gente. La Editorial Perfil, que todavía no había entrado en su tercer año de vida, estaba intentando el decolaje, sostenida por Weekend –la creación de Alberto Guido Fontevecchia, previa a la existencia de Perfil- y varias revistas deportivas partidarias (El Ciclón, Racing, Esto es Boca). La fórmula de Casos –al estilo Así- ya no funcionaba, y la primera Tal Cual había naufragado.  Jorge Fontevecchia buscaba ideas para hacer crecer la pequeña editorial y –como cuenta Martolio- descubrió que una revista impresa en papel de diario vendía 7 millones y medio de ejemplares en los Estados Unidos y se fue a conocer al genio creador, Generoso Pope, el inventor del sensacionalismo blanco, sin crímenes ni desnudos.  Ese fue el embrión. Fontevecchia dejó hacer y nació una fórmula propia alimentada por “las notas estilo National Enquirer”, hallazgos locales como el Correo de Amigos, excelentes y reconocidos columnistas  y algo que  el propio Generoso Pope había recomendado: grandes periodistas que no le tengan miedo a la opinión de sus colegas.

Andrés Soto

Buenos periodistas, firmas importantes, papel de diario, más de 100 notas por edición, priorizar lo interesante por sobre lo “importante”, comunicación con el lector, diseño amigable, variedad, y algunas cosas más formaron la receta original de Semanario.

La comenzamos a delinear con Jorge Fontevecchia en una madrugada de domingo, después de un cierre de La Semana.

“Tiene que ser en papel de diario, para que la gente entienda que la podemos vender barata porque economizamos en papel y no en contenido”. “Debe costar el doble que un diario, pero la mitad que una revista en colores”.

Con esas premisas elaboramos una fórmula en la que los porcentajes de medicina, espectáculos, deportes, interés general, curiosidades, viñetas, todo, se deberían respetar tan rigurosamente como la creatividad lo permitiera. El envase inicial fue de 48 páginas formato tabloide, adoptamos un diseño parcialmente inspirado en los diarios de la década del 40, con títulos explicativos y tipografía muy legible, con muchas notas pequeñas (bautizadas “pirulo”), y una mezcla de temas estudiada para que el lector pasara por todas las páginas. Convocamos a excelentes periodistas, colaboradores como Alberto Cormillot, Julia Prilutzky Farni, Jorge Bellizi, Alberto Migré, Emy de Molina, Uri Geller, Arnaldo Raskowsky, Antonio Las Heras, José Valentín Komar, Ulises Barrera y Christian Barnard. Y sobre todo, nos propusimos respetar al lector.

Editamos tres número cero, para testear: no le gustaron a ningún colega, los parientes estaban encantados. Les hicimos caso a los parientes, agotamos el Nº 1 y en el año siguiente habíamos vendido 10 millones de ejemplares.  (Por José Andrés Soto, publicado en Semanario el 5/7/2009)

Edgardo Martolio

Cuando Jorge Fontevecchia, Presidente de Editorial Perfil, regresó de los Estados Unidos, en 1976, tras haberse reunido en Lantana (Flórida) con el particular personaje que creó el exitoso National Enquire, Mr. Generoso Pope, y puso en marcha el operativo de lanzamiento de Semanario, yo era

el jefe de redacción de La Semana(hoy Noticias) y confieso, con bastante pudor, que no aposté a la adaptación nacional de esa fórmula que rápidamente se revelo fantástica e insuperable, desmintiendo mi olfato periodístico juvenil. Aunque, justo es decirlo, del National Enquire sólo prestó la inspiración inicial.

Como Andrés Soto, el responsable del día a día de esa máquina de vender ejemplares de los años setenta, tênia el saludable hábito de tomarse vacaciones, supe sustituirlo algunos veranos, lo que me permitió conocer mejor la fórmula y sus increíbles secretos.

Tal vez esos pasajes fueron los que me predestinaron, una década después, a lanzar Semanario en Brasil, mi primer desembarque como editor en ese país, cuando Perfil firmó una exitosa

joint-venture con TV Bandeirantes.

Desde la sede de la rúa Haddock Lobo, en San Pablo, pude comprobar más fehacientemente lo poderosa que era la fórmula y qué poco podemos ver los periodistas cuando no entrenamos la

cabeza para editar, para entender algo más que la mera nota que estamos ‘cerrando’.

Algo parecido a lo que pasa con los jugadores de fútbol hasta convertirse en entrenadores. Unos ven jugadas,los otros ven campañas. Son miradas diferentes que consiguen resultados

diferentes.

En Brasil, Semanario fue un suceso fenomenal, tanto que un año después, la principal editorial de Latinoamérica, Abril, la incorporó a su portfolio de publicaciones en una compra que aún hoy se recuerda en el mercado editorial luso-parlante.

(por Edgardo Martolio, director superintendente de Editora Caras, Brasil)

Daniel Pliner, Marcelo Pichel, Samuel Gelblung

Daniel Pliner, Marcelo Pichel y Samuel Gelblung estuvieron al frente de Semanario en distintos períodos de la década del 80 y cada uno de ellos le impuso su impronta propia sin modificar la esencia de la revista.

Esto es un pirulo

Hoy todos saben qué es un "pirulo", especialmente los lectores de Página/12, pero cuando había que incorporar textos pequeños para llegar a las "100 notas" que prometía Semanario, fue Jorge Rocha -primer prosecretario de redacción- quien incorporó el término, que hasta entonces desconocíamos. Félix Fassone lo exportó a Brasil cuando la revista se editó en aquel país. 

Felix Fassone

"Estaba andando con mi Citroen azul por San Juan y Boedo, cuando encontré a mi jefe, Andrés Soto, yendo para Perfil. Entró en mi auto y así nacía una amistad profesional y principalmente personal.  Entramos en la editorial, en la calle Talcahuano, más o menos a las 10 y media... 'Vamos a mezclar salud, dietas, deportes, celebridades y muchas notitas tipo 'Selecciones', pensá gráficamente los semanales americanos; vamos blanco y negro en 48 páginas, con mucho material, pero fácil de leer y entender. Muchas fotos, muchos textos, muchos titulitos...' Ese era el catecismo de Andrés. La primera tapa fue un mix de dieta con asuntos variados, y en la foto principal, la belleza otoñal de Pinky. Un éxito escrito. Para mí, la palabra que define nuestra Semanario es: Pionera”.

(Felix Fassone, ex Jefe de Arte de Semanario, artista plástico radicado en Brasil)

Carlos De Simone

Sonó el teléfono en la redacción. La voz de la lectora, desde la provincia de Mendoza, sonaba más

a un aviso amable, con intención de colaborar, que a un reclamo. La mujer informaba que uno de los crucigramas publicados en esa edición tenía errores, no se podía resolver. La reacción primaria fue entre la incomodidad y cierto fastidio. Esa voz en el teléfono no era para felicitar por un texto, por una foto, sino para marcar el error. Nada de palmada en la espalda. ¿Por qué alguien iba a tomarse semejante trabajo, a gastar en esa llamada desde Mendoza seguramente más que lo que

había pagado por la revista?. “Sabe lo que pasa”, dijo la lectora al redactor que la atendió, casi como pidiendo el favor de ser entendida, “gracias a los crucigramas de la revista puedo enseñarles a leer a mis hijos”.

Ese diálogo telefónico real ocurrió hace casi 15 años y es un botón de muestra espectacular sobre el vínculo entre Semanario y los lectores. Y del valor de un atributo que envidiaría cualquier político: captar el gusto, la necesidad o la tendencia del público masivo.

Desde el blanco y negro inicial, desde lós famosos cien temas de la revista de información general que sobrevivió a todas sus competidoras, siempre permaneció en el top tende las revistas de mayor circulación del país.

En los últimos 30 años, la Argentina fue varios países distintos y la realidad pasó por mucho más que treinta realidades diferentes.

Cambió todo. Y ahí está Semanario, festejando. Se lo merece.

Carlos De Simone (Director de Semanario en los años 90, publicado en el 30º aniversario de la revista)

Claudio Gurmindo

Claudio Gurmindo, como antes Carlos De Simone y luego otros colegas, transitó todos los escalones de Semanario, desde cronista volante a director, alternando su carrera en Caras Argentina, en Noticias, como director del diario Perfil, varios años al frente de la revista Caras de Brasil y desde abril del 2020 C.E.O. de Net Televisión. “Dame dos gurmindos y te hago la mejor revista del mundo”, decía Marcelo Pichel, su primer jefe. Es la esencia del espíritu de Semanario: un formador de buenos equipos de buena gente.

Grandes periodistas

Pasaron por Semanario, entre muchos otros, Mario Valeri, Luis Tino Sicilia, Néstor Michi Ruíz, Pepe De Thomas, Norma Dumas, Roberto Propato, Carlos Llosa, Norma Vega,  Eduardo Bebe Martínez, Héctor Chevallier, Cristina Ricci, Gustavo Méndez Grierson, Silvia Fesquet, María Ammi, Gaby Balzaretti, Víctor Candi, Manuel Gil Navarro, Francisco Nabor Juárez, Julieta Leonetti, Isaac Sternstein, Armando Torres. Diseñadores: Guillermo Cicerchia, Félix Fassone, Jorge Prestefelipe, Roberto Paladino, Manolo Pacheco, Rubén Puppo, Pablo Flores.

Héctor Mauggeri

Héctor Mauggeri, actual subdirector de Caras Argentina, fue durante años el responsable de espectáculos de Semanario y acompañó a Susana Giménez en buena parte de su vida, incluyendo su luna de miel en Saint Thomas. 

Pablo de la Fuente.

Se inició en Semanario, pasó por Noticias, fue jefe del despacho de la revista Caras en Rio de Janeiro, dirigió varias revistas en Sao Paulo y hoy está a cargo de la Editora Caras de Brasil.

Norma Vega

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No voy a hablar de Semanario. Sus fundadores tienen más conocimientos que yo sobre el tema. Tampoco voy a opinar sobre si fue el principio del éxito de la editorial. Es tema económico y en mi carrera fue siempre un tema tabú. Me interesa dar a conocer el clima de la redacción, una de las dos donde fui más feliz. La otra es Crónica, dónde muy joven, era la única mujer y hacía policiales. En Semanario, con la batuta de Andrés Soto, un "jefe" con lo que hay que tener, pero también un amigo y protector de todos, eramos un grupo homogéneo en cuanto a procedencia y formación. Todos eramos cultos, pero a la manera popular. Teníamos mucha calle y conocimiento del pueblo. Pero lo mejor de todo, era que hacíamos la revista con verdadero amor por nuestros lectores. Tanto en la búsqueda de los temas, como en su tratamiento. Yo creo que ahí hay que explicar el éxito de la publicación. Por supuesto, a veces nos peleábamos como en cualquier familia, pero el enojo no duraba. Empezábamos el día tomando café y hablando de todos los temas del día, y en eso no eramos diferentes de las demás redacciones de Perfil, pero nosotros poníamos el índice en lo que le gustaría que le explicáramos a nuestro lector. Entre nosotros, nos gustaba almorzar juntos a veces, "roscar" con el inefable Pichel en el bar de un hotel cercano, recomendarnos libros y película. Cómo los extraño!!!

Norma Martha Vega

Guillermo Belgeri

Una foto es un instante en el tiempo, una imagen con un valor periodístico variable según las circunstancias. Puede ser imprescindible para sostener una nota o simplemente complementaria, ilustrativa. Pero en su esencia no es más que eso: un objeto inanimado que uno elige y acomoda de tal o cual manera y así verá luego impreso...

Claro, siempre y cuando no se tope con una foto fantasma como esta de Andy Kusnetzoff.

El caso ocurrió en el '98, cuando estrenamos el proceso de autoedición, es decir el armado digital de la revista, con un rediseño que incluía, entre otras cosas, una columna de chimentos,  uno de ellos con foto. En una de las primeras apareció la imagen de Andy Kusnetzoff. A los dos o tres números apareció impresa en el mismo lugar la misma foto, pero esta vez el texto se refería a otro artista. Naturalmente, pregunté a los diseñadores qué había pasado, cómo había ocurrido ese error.

Pero nadie sabía explicar qué había pasado.

En los números siguientes todo salió normal y olvidé el caso. Pero al tiempo la foto de Andy volvió a

aparecer otra vez fuera de contexto. Ahí puse el grito en el cielo, revisé las correciones, las pruebas,

los envíos..., pero estaba todo correcto: la foto se había “colado” sola.

Obsesionado, controlé personalmente la columna durante un tiempo y finalmente me resigné al ver

cómo la foto de Andy había burlado otra vez mi esfuerzo, impresa en la página en lugar de la que yo mismo había puesto de Gastón Pauls.

Guillermo Belgeri, ex Editor de Semanario

El staff del 30º aniversario 

Carlos Piro

Semanario me cambió la vida. Me sumé a su redacción el 7 de junio de 1994, justo el día del periodista, y desde entonces (media vida de la revista), trabajo para Semanario, primero como redactor, más tarde como editor y ahora como Gerente coordinador de ventas de publicidad.

Semanario no sólo me permitió desarrollar mi carrera profesional, sino que también me dio muchas cosas personales. En Semanario conocí a mi esposa Marta, adopté como propio a su hijo Pablo, tuvimos el nuestroHernán, escribí un libro, Chacarita de Primera, salí campeón por única vez como futbolista en el Torneo Perfil, conocí a varios de mis mejores amigos: Marcela, Adrián, Willy.

Esos acontecimientos marcaron mi vida, pero no la cambiaron. Lo que de verdad modificó mi vida para siempre fue habeme reconciliado con la televisión, con el cine nacional, con la música popular, en fin, con una parte de la cultura que había dejado de disfrutar por prejuicios intelectuales, por snobismo, por pretencioso. Y recuperar ese placer se lo debo a Sema-

nario, que me permitió conocer a celebridades y famosos, a freaks y a personajes míticos.

En Semanario entrevisté a Libertad Lamarque, a Jorge Porcel, al queridísimo Pepe Parada, a Juan Carlos Calabró, a Chespirito, a Jaime Roos, a Pappo, que me invitó a su Chevy, a Mercedes Sosa,

a Maradona, a Rodolfo Zapata, a Tito Lectoure, a Isabel Sarli (11 semanas antes de su debut como vedette), a Pinky, ¡a Firulete y Cañito!, a Javier Portales, a la querida Tía Valentina, a Los Campanelli, y a cientos de figuras menos gloriosas pero igualde interesantes y atractivas para escribir y leer sobre ellas, como las mellizas de Pergamino que se casaron después de

los 50 años gracias al Correo de amigos; Jagger Gandiaga, el primer perro socio de

un club de fútbol, y a la mamá de Santo Biassatti, fanática de Gilda, entre otros.

Por todo lo que me enseñó le estaré eternamente agradecido a Semanario.

Carlos Piro, ex editor de Semanario

Adrián De Paulo

Las preguntas acerca de la Semiología y la Psicosociología de la comunicación desaparecieron de un plumazo. “Hacé un pirulo”, fue la orden del jefe, refiriéndose a las notas breves, pero necesarias a la hora de completar aquel espacio que dejaba a una página sin aviso. Desde ese

impulso por escribir sin estridencias, aprendí a ser periodista. Porque si algo representa Semanario, es el espíritu clásico del oficio, sacudido con la lógica necesidad de encontrarle otra respuesta a lo evidente. Debo decir que gracias a este medio participé de la cobertura de los casamientos de Diego Maradona y Marcelo Tinelli. Vi a Susana en aprietos con su auto nuevo y

al pueblo de Santa Fe, llorar al último Carlos Monzón. Durante mis casi diez años en el tabloide, recibí el cariño de una Zulema Yoma impotente con la investigación sobre el final de su hijo, como por la escasa difusión del tema en los medios. También descubrí a muchos actores de la tele preocupados por saludar a los técnicos antes que a sus colegas. La imagen es todo, claro. Entrevisté a Suar y Araceli cuando la pasión entre ambos desbordaba los sets y discutí con un colega deportivo de Clarín que criticó a Semanario por no respetar los códigos. “¿Cuesta la vuelta?”, fue mi pregunta a Daniel Passarella, en su primera conferencia de prensa con la Selección, tras la muerte de su hijo. La crónica del periodista fue dura conmigo, en cambio el editor, usó las declaraciones para la tapa.

En la revista compartí debates jugosos que nada tuvieron que ver con los mandatos universitarios. Así y todo, aquellas discusiones, a la distancia, conservan la energía que todavía aplico al momento de buscarle una vuelta más a lo aparente.

 

Ex editor de Semanario

Marcela Tarrio

Entré en Editorial Perfil en 1995 y en el '96 debutaba en Semanario. ¡Cómo olvidarme cuando me dijeron, recién llegadita: “Tenés que cerrar una doble de Echarri”. “¡Qué manera de arrancar”, pensé yo, al escuchar el nombre de ese bombón. Pero no, enseguida me bajaron a la realidad: la nota ya estaba plantada y había que escribir 100 líneas de 60 espacios (sí, entonces estábamos con la legendaria Olivetti, se hablaba en líneas y la computadora era una utopía). O sea, a Pablito lo conseguía por teléfono o a guitarrear se ha dicho con todo lo que había sobre él. Y bueno, ya

vendría mi primera entrevista para Semanario, que si mal no recuerdo fue con una jovencísma Oreiro de “90-60-90”.

¡Y mi primera tapa! Esta vez quiero hablar en primera persona. Y quiero contarles que quien hoy edita esta revista venía de otros pagos: notas médicas primero, una revista femenina, después… Hasta que entré, a los 29 y como redactora, a esta escuelita de lujo donde el que no aprende es porque no quiere o porque se equivocó de puerta. Habrán visto, a lo largo de las páginas que los trajeron hasta aquí, muchos nombres que alguna vez fueron parte de Semanario. A ellos, y a tantos otros que sería imposible incluir; a los que conocí y a los que no; a los que me precedieron y a los que llegaron después; a los que me dirigieron y a los que hoy dirijo; les doy las gracias. A los que me enseñaron y a los que siempre están con ganas de aprender. A los que me demostraron que no me equivoqué al querer ser periodista, y a los que hoy, pese a todas las dificultades, me acompañan cada vez que los invito a sacar agua de las piedras o a remar en dulce de leche, deporte en el que, sin dudas, somos campeones.

Gracias a los que nos leen y también a los que dicen que no nos leen, pero lo hacen. Gracias a los que nos elogian y a los que nos atacan, porque si ladran, es buena señal. Pero por sobre todas las cosas, gracias a los lectores que nos siguen fielmente desde hace 30 años, y a todos los que se suman cada miércoles. Y por último, un gracias muy personal a mi hijo, por tantas noches de cierre sin mamá, y por entender, tan chiquito, que sin pasión no se llega muy lejos.

Los que me conocen saben que me gusta cantar (perdón, redacción, siempre prometo no hacerlo y nunca cumplo), por eso, los invito a irnos con una que sepamos todos, aunque con la letra algo cambiada:  "Pasan los años, pasan los gobiernos, los radicales y los peronistas, pasan veranos, pasan inviernos, queda esta revista. Pasan las crisis y pasan las guerras, pasa la prensa sensacionalista, las prohibiciones, las listas negras, queda esta revista. Pasan los mecenas, pasan los censores, pasan hipócritas y moralistas, tiempos peores y tiempos mejores, queda esta revista..."

Editora de Semanario. Publicado el 5/7/2009.

El primer staff

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Diego Graciano.jpg

Buenos tiempos !!!
Sobre el cierre de la revista SEMANARIO después de 37 años de publicaciones. Para mi no puede pasar en blanco. En la inolvidable y querida Semanario aprendí la profesión de cronista, laburando a pico y pala en la calle (Diego Graciano en Facebook)

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